Paseando por Londres me encontré con una muestra de arte callejero que, hasta entonces, no había retratado. Y es que el arte se nos puede presentar de muchas maneras diferentes cuando caminamos por la calle, todas ellas fascinantes.
Una explosión artística efímera, y por efímera tan apreciada y buscada. Rodeado por un corro de personas que no querían perderse ni un segundo de esta obra, el artista dibujaba sueños en nuestra mente con sus movimientos.
Y, tras el disparo de la cámara, lo único que queda es el indeleble recuerdo en nuestras retinas. Efímero, demasiado efímero. Pero tal vez por ello tan apreciado.
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jueves, 21 de julio de 2011
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