Aitor nos lo demuestra en este poema, donde la forma nos obliga a pausar la lectura, dándonos unos segundos para la reflexión y para sentir sus palabras con toda la fuerza que nos transmite.
Te conocí de repente
eras un ángel caído
sin alas
un ser derruído
Te conocí de repente
Tú, un ruiseñor
sin alas,
sin plumas,
entraste en mi mente
Te conocí de repente
Yo, ente perdido,
sin amor,
sin ganas de amar,
abrí tu corazón
Te conocí de repente
Y, ya ves!, tú,
ángel caído,
ser derruído,
ruiseñor sin alas
entraste en mi mente
Te conocí de repente
volaste hacía el cielo
te levantaste del suelo
y llenaste mi pecho
maltrecho
de firme esperanza
Te conocí de repente
y entraste en mi vida
dejando, la tuya,
perdida
a un lado
tu pasado.
Te conocí de repente
y, ahora sí,
mi vida, amor,
¡mi vida
es tuya!
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